FILOSOFÍA DEL ALMA EN SAN AGUSTÍN
La palabra Alma viene del vocablo latino:
el cual describe los objetos , los animales y las plantas; Pero a pesar de tener esta cualidad de movimiento, los tres son diferentes entre sí, debido a que los humanos tienen la capacidad de hacer razonamientos complejos, una diferencia de los animales que hacen razonamientos simples de su entorno.
La existencia de la propia alma es una
de las primeras cosas que se conocen; en el De
Trinitate
san Agustín proporciona uno de los
argumentos de mayor uso en la Edad Media.
Se pregunta precisamente: ¿qué es tan íntimamente conocido como el alma? Y ¿qué realidad,
sino ella, con que se percibe lo demás, percibe
ser ella misma quien existe?
1_DEFINICIÓN
El alma es substancia racional, intelectual, creada por Dios espiritual, no de la naturaleza de Dios, sino más bien su criatura de la nada, capaz de convertirse hacia el bien y hacia el mal. Y por eso en alguna manera es mortal, en cuanto que se cambia a peor, y puede alejarse de la voluntad de Dios, por cuya participación se hace buena; y en alguna manera es inmortal, porque no puede perder el sentido para que después de esta vida esté bien o mal: no el que por las obras hechas antes de la carne haya merecido que estuviese encarcelada en la carne, como algunos han creído; sino que ni por eso el alma puede estar en el hombre sin mancha de pecado, si no es liberada por Cristo. Pues el alma viene al cuerpo por voluntad de Dios, para que, si quiere obrar según sus mandatos, reciba el premio de la vida eterna y de la sociedad de los Ángeles: pero si los desprecia sufrirá penas justísimas y amarguísimas tanto de dolor continuo como de fuego eterno.
2_CÓMO EL ALMA ES INMORTAL Y MORTAL, INCORPÓREA Y CORPÓREA.
El alma vivifica el cuerpo con su presencia, y está unida a él de tal manera que aunque quiera ni puede separarse de él ni retenerse en él, cuando oyere el mandato de su Creador. Puesto que la vida del cuerpo se sostiene en la vida del alma, y la muerte del alma proviene de la muerte del cuerpo.
Pues así como el alma con su vida hace a la carne viviente, y al animarla la irriga de la fuente de su naturaleza, así la carne por la corruptela de su materia mata al alma, cuando se enreda con deseos ilícitos. Y, aunque una naturaleza sea vencida, que venza la otra naturaleza, y así las dos pasan a la naturaleza vencedora, esto es: o que el alma con sus virtudes vuelva a la carne espiritual, o que la carne vencedora haga al alma carnal.
Con todo, el alma no puede tener nada de la muerte, a no ser que le sea contagiado por medio de los vicios; ni la carne puede retener algo de la vida, a no ser que fuera informada por el alma; como tampoco la primera puede pasar a la naturaleza de la segunda, a no ser que aquélla fuese contagiada por los vicios o ésta estuviese ayuna de virtudes.
El alma se caracteriza por la razón con la cual se aplica las artes magníficas, y se instruye con disciplinas eximias para que conozca las cosas divinas y administre las cosas humanas; de este modo supera con dignidad a los demás animales, por cuanto es substancia racional. Propiamente esto es el alma, a saber, substancia racional, que es decir espíritu racional.
El alma es inmortal, de modo que no parezca que discrepa de la semejanza de su Creador. Porque no podría ser imagen y semejanza de Dios, si todo terminara con la muerte. Así pues, es inmortal según cierta manera de vida que en modo alguno puede perder. Pero también es mortal según cierta mutabilidad, por la cual puede hacerse mejor o peor. Y como es mortal, cuando pierde la vida feliz, aunque no pueda perder el vivir miserablemente, en este sentido es corpórea con respecto a Dios incorpóreo. Porque nada invisible e incorpóreo por naturaleza hay que creer fuera de solo Dios, esto es, el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo. El cual por eso se dice incorpóreo e invisible, porque es infinito e incircunscripto, simple y de todos modos auto suficiente, que se contiene en sí mismo, y siempre. Estando en todas partes se reconoce que en sí mismo es invisible e incorpóreo.
En cambio toda criatura racional es corpórea, los ángeles y todas las virtudes son corpóreas, aunque no subsistan con la carne. En efecto, por eso decimos que las naturalezas intelectuales son corpóreas, por estar circunscritas localmente; así como también el alma humana que está encerrada en la carne, por lo cual puede decirse, tanto que está en un lugar, como que es local: en un lugar, porque está presente aquí o en un lugar; local, porque está presente en algún lugar del todo, y no lo está en otro. Sin embargo no tiene dimensión corporal, ni circunscripción corporal; porque carece de cantidad corporal. Porque está encerrada en un lugar por la presencia y por la operación, se dice también que ella misma es local: con todo, no lo es como el cuerpo, al cual se le asigna según el lugar un principio, un medio y un fin. Pero en relación a la naturaleza incorpórea, que es sumamente inmutable con los sitios, el alma es corpórea: porque ella no es algo semejante; que ni está fija ni se mueve por espacios locales, de manera que ocupe lugar mayor con la parte mayor de sí, y más pequeño con la parte más pequeña, y menor con una parte de sí que con el todo. En realidad está toda a la vez por todas las partículas del cuerpo, ni menor en las menores, ni mayor en las mayores. Sin embargo
Pues así como el alma con su vida hace a la carne viviente, y al animarla la irriga de la fuente de su naturaleza, así la carne por la corruptela de su materia mata al alma, cuando se enreda con deseos ilícitos. Y, aunque una naturaleza sea vencida, que venza la otra naturaleza, y así las dos pasan a la naturaleza vencedora, esto es: o que el alma con sus virtudes vuelva a la carne espiritual, o que la carne vencedora haga al alma carnal.
Con todo, el alma no puede tener nada de la muerte, a no ser que le sea contagiado por medio de los vicios; ni la carne puede retener algo de la vida, a no ser que fuera informada por el alma; como tampoco la primera puede pasar a la naturaleza de la segunda, a no ser que aquélla fuese contagiada por los vicios o ésta estuviese ayuna de virtudes.
El alma se caracteriza por la razón con la cual se aplica las artes magníficas, y se instruye con disciplinas eximias para que conozca las cosas divinas y administre las cosas humanas; de este modo supera con dignidad a los demás animales, por cuanto es substancia racional. Propiamente esto es el alma, a saber, substancia racional, que es decir espíritu racional.
El alma es inmortal, de modo que no parezca que discrepa de la semejanza de su Creador. Porque no podría ser imagen y semejanza de Dios, si todo terminara con la muerte. Así pues, es inmortal según cierta manera de vida que en modo alguno puede perder. Pero también es mortal según cierta mutabilidad, por la cual puede hacerse mejor o peor. Y como es mortal, cuando pierde la vida feliz, aunque no pueda perder el vivir miserablemente, en este sentido es corpórea con respecto a Dios incorpóreo. Porque nada invisible e incorpóreo por naturaleza hay que creer fuera de solo Dios, esto es, el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo. El cual por eso se dice incorpóreo e invisible, porque es infinito e incircunscripto, simple y de todos modos auto suficiente, que se contiene en sí mismo, y siempre. Estando en todas partes se reconoce que en sí mismo es invisible e incorpóreo.
En cambio toda criatura racional es corpórea, los ángeles y todas las virtudes son corpóreas, aunque no subsistan con la carne. En efecto, por eso decimos que las naturalezas intelectuales son corpóreas, por estar circunscritas localmente; así como también el alma humana que está encerrada en la carne, por lo cual puede decirse, tanto que está en un lugar, como que es local: en un lugar, porque está presente aquí o en un lugar; local, porque está presente en algún lugar del todo, y no lo está en otro. Sin embargo no tiene dimensión corporal, ni circunscripción corporal; porque carece de cantidad corporal. Porque está encerrada en un lugar por la presencia y por la operación, se dice también que ella misma es local: con todo, no lo es como el cuerpo, al cual se le asigna según el lugar un principio, un medio y un fin. Pero en relación a la naturaleza incorpórea, que es sumamente inmutable con los sitios, el alma es corpórea: porque ella no es algo semejante; que ni está fija ni se mueve por espacios locales, de manera que ocupe lugar mayor con la parte mayor de sí, y más pequeño con la parte más pequeña, y menor con una parte de sí que con el todo. En realidad está toda a la vez por todas las partículas del cuerpo, ni menor en las menores, ni mayor en las mayores. Sin embargo
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